El pueblo de Dios es bendecido con el don y la responsabilidad de la oración. Uno de los temas más comentados en la Biblia, la oración se menciona en prácticamente todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento. Aunque nos da muchas lecciones directas y advertencias sobre la oración, el Señor también nos ha dado ejemplos maravillosos para que lo veamos.
Mirar las oraciones en las Escrituras nos sirve para varios propósitos. Primero, nos inspiran con su belleza y poder. El lenguaje y las emociones que brotan de ellos pueden agitar nuestro espíritu. Las oraciones de la Biblia también nos enseñan: que un corazón sometido puede hacer que Dios trabaje en una situación, y que la voz única de cada creyente está destinada a ser escuchada.
¿Qué dice la Biblia acerca de la oración?
A lo largo de la Escritura podemos encontrar principios rectores acerca de la práctica de la oración. Algunos se refieren a la forma en que vamos a abordarlo:
Como primera respuesta, no es un último recurso
“Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos.” (Efesios 6:18).
Como parte necesaria de una vibrante vida de adoración
“Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.” (1 Tesalonicenses 5:16-18).
Como un acto centrado en Dios
“Y esta es la confianza que tenemos en él, que, si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho.” (1 Juan 5:14-15).
Otra idea fundamental se relaciona con por qué estamos llamados a orar:
Para mantenernos conectados con nuestro Padre Celestial
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.” (Jeremías 33:3).
Recibir bendición y equiparnos para nuestras vidas
“Y yo os digo: Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.” (Lucas 11:9).
Ayudar a ministrar a los demás
“¿Está alguno entre vosotros afligido? Haga oración. ¿Está alguno alegre? Cante alabanzas. ¿Está alguno enfermo entre vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor.” (Santiago 5:13-14).